Guillermo Lavín
¿Quién de nosotros no será siempre un extranjero solitario?
Thomas Wolfe.
EL ángel que nos mira.
¿Novela?
Enrique Vila-Matas no ceja en el empeño de ser diferente, de innovar la forma de contar historias, influido sobre todo por los escritores de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, que retorcían el lenguaje, olvidaban la cara y pasaban al envés, cosían y descosían el texto, jugaban a las escondidas para que el lector trabajara extra y encontrara el hilo de la lectura, que inventaban fórmulas para generar vínculos intra, extra, hiper, super, ultra textuales.
En Mac… leemos una novela, una colección de cuentos, un ensayo acerca de la repetición y la falsa repetición de un libro previo del autor, una engañosa historia real mediante un diario y una confesión velada de sus influencias y gustos literarios.
El centro de la novela es una idea: no existe la originalidad, pues todo se repite. A pesar del genial revoltijo de géneros e historias breves encuadradas en una larga serie de digresiones, Mac y su contratiempo es una novela, lo cual es innecesario decir, pues casi todo cabe en una novela, sabiéndolo contar. Se puso de moda, por ejemplo, un tipo de novela realista donde se escribe como tal, pero que narra los hechos como se supone que en efecto ocurrieron. ¿Crónica novelada? Dos ejemplos: El adversario (Emmanuel Carrère) y El impostor (Javier Cercas). Un tipo de novela que se ciñe a los hechos y se niega a crear, pero permite recrear. Hace un par de décadas que se puso de moda la novela histórica y se vende horrores, para beneplácito de los editores. Las novelas bajo la forma de cuadernos personales que aparecen en arcones centenarios, el diario, la picaresca, la novela histórica, la ficticia novela histórica, la de viajes, romántica, bucólica, satírica, policiaca, costumbrista, cienciaficcionera, fantástica, especulativa y todas las que quieras añadir son bien vistas como novelas. La novela, entonces, adquiere extrañas formas de vida.
Por su parte, Mac y su contratiempo[i] contraviene la extendida idea de que la novela está grave y a punto de recibir la extremaunción. Escribe, al respecto, Luis Goytisolo: “En lo que se refiere a la novela, nos encontramos con que el género ha dejado de renovarse, de abrir nuevos caminos, y quienes de un tiempo a esta parte empiezan a cultivarlo no suelen hacer sino repetir fórmulas con mayor o menor talento. No es imposible que en el futuro alguien escriba una gran novela, pero sí tan improbable como que en la actualidad alguien componga una sinfonía equiparable a las de Mozart o Beethoven.”[ii] Mac y… se da el gusto de repetir, pues no hay nada nuevo; de reflexionar acerca de la repetición y de abrir nuevos caminos a la novela. Autores como Vila-Matas contradicen tan extendida hipótesis.
El sofá y la tumbona
Mario Vargas Llosa nos ofreció la distinción entre novelas de sofá y de tumbona[iii], novelas para sentir y pensar con profundidad, y novelas para pasar el rato tirados en la playa, durante las vacaciones de verano. Mac… es de los libros que buscan caminos nuevos para escribir novelas, que ratifican la idea de que la novela de sofá no sólo vive, sino que a veces llega a las poltronas. Enrique Vila-Matas (EVM) nos cuenta una historia extraña, como son extrañas todas sus historias, que posee el don de fluir con velocidad. A ratos pareciera el desvarío de un enloquecido sexagenario barcelonés que perdió su trabajo y que dedica su tiempo a escribir un diario. Durante su vida cultivó la buena lectura y posee una cultura significativa, sabe que debe escribir, revisar, corregir, reflexionar el texto. Sale a caminar, observa a la gente, se topa con un odiado vecino, el escritor Sánchez. En sus andanzas descubrirá que éste fue novio de su esposa Carmen, a quien incluso le dedicó un cuento. Se le ocurre entonces que puede reescribir y mejorar el libro de Sánchez, donde está el cuento de Carmen, que fue escrito bajo la influencia del licor y, por tanto, plagado de párrafos insufribles. Mac escribe, camina y piensa. Sospecha que Sánchez y su esposa son amantes. Descubrirá que ella quiere irse, sin posibilidad de retorno. A él se le antoja irse también.
Mac es un personaje característico de EVM: aislado, ensimismado, reflexivo, que reniega de su entorno, que anda entre personas que parecen cercanas, pero son lejanas, como la esposa misma, que no alcanzo a ver con claridad, tanto, que supuse en algún momento que era una ilusión del personaje; Mac me pareció uno de esos seres incapaces de amar que buscan sin fortuna un sitio para arraigar. Mac acaba por identificarse con el ventrílocuo del cuentario[iv] de Sánchez, el vecino. El libro que quiere corregir tiene como tema central a un ventrílocuo que por celos asesinó a un hombre.
Repetir
La trama, ingeniosa y salpicada de humor y sarcasmo, disimula un concepto, una idea que los estudiosos de las artes y la literatura conocen bien: la repetición. Mientras leía, identifiqué el parentesco entre el libro de cuentos de Sánchez y la novela-cuentario Una Casa Para Siempre (1988), de EVM. Así que le fui a echar un ojo, ya que la recordaba con la vaguedad que los años impregnan. ¿Es una repetición? No, no es el mismo libro. El autor se vale de él, pero lo reinventa. En el diario Mac dirá cómo piensa contar de nuevo los cuentos de Sánchez, pero corregidos, lo cual origina que, en esta nueva novela, nos cuente cuentos que son y no son los de Una Casa para siempre.
A propósito de la tumbona
En Good Reads[v] encontré opiniones favorables y opiniones basadas en la ignorancia acerca de Una casa para siempre. Con la literatura de poltrona basta que sea de lectura fácil, que tenga un argumento intrincado y que nos sorprenda un poco, aunque este aspecto no es indispensable. Pero cuando es de sofá la cosa cambia, te tienes que acercar con herramientas, a veces con muchas herramientas (siempre me he cuestionado si vale la pena estudiar una maestría para comprender una novela). Para el lector común es absurdo, pero existe excelente narrativa en niveles intermedios, digamos que de sofá, pero con cualidades de poltrona; artística, pero sin las exigencias de Finnegans Wake.
La obra de EVM es un caso extraordinario. Para entender a fondo su trabajo se necesitan herramientas, mantiene una complejidad cimentada en una visión propia de la literatura e historias que nacen de ideas, más que de sucesos. No obstante, sus novelas resultan raras, interesantes, con sentido del humor, disfrutables, para leer echado en una tumbona.
Eso sí, leído en calma, con herramientas en la mano, se transforma y nos sorprende.
Repetir o no repetir, he ahí el dilema
Robert Musil en su Diario[vi] anotó que sería “un experimento interesante desde el punto de vista de la psicología del arte, pintar otra vez un cuadro conocido, especialmente bajo diferentes iluminaciones y cambiando la expresión – tratándola, en suma– como algo autónomo.” La repetición es de esos asuntos que los teóricos mordisquean y que los artistas aplican. Repetir es la vida misma. Como los genes, parecidos y diferentes.
Si bien la repetición en el arte es aceptada, en un cuento o en una novela la repetición conduce a la escalofriante acusación de plagio. Basta con que una obra se parezca a otra para que se revele esa imputación infernal. El escritor argentino Pablo Esteban Katchadjian, en una osada apuesta, reescribió El Aleph, el extraordinario cuento de Borges. No importa si lo mejoró o lo destruyó, el hecho es que lo repitió, con, eso sí, muy discutibles modificaciones. Por ejemplo, dice El Aleph: “La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía…”, Katchadjian reescribió: “La candente y húmeda mañana de febrero en que Beatriz Viterbo finalmente murió, después de una imperiosa y extensa agonía…”. [vii] María Kodama lo acusó de defraudar los derechos de la propiedad intelectual y ganó el primer asalto. Una apelación del narrador, por demás interesante, obtuvo el sobreseimiento, debido a que, según su abogado, consiguieron “comunicaciones de universidades de Estados Unidos, de Inglaterra, de Alemania, hasta de China, diciéndole al tribunal que era un procedimiento literario legítimo”. Ya no supe más. En mi opinión el autor experimentó con el recurso de la repetición, a sabiendas de que le atraería una inmensa publicidad mediática.
Pero cuando la idea central se repite, presentada de diferentes maneras, nadie objeta. Samuel Taylor Coleridge escribió: «Si al despertar tengo en la mano la rosa con la cual soñé, entonces, ¿qué?» Me suena conocido, suena como a "Cuando desperté, el dinosaurio seguía allí", pero ahora es de Monterroso. Y no lo digo yo, la comparación la escribió Carlos Fuentes, en la presentación de una Antología del Cuento Norteamericano. Veamos ahora El sueño de Chuang Tzu: “Chuang-Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre”. Me recuerda a ¿Por qué?, de Edmundo Valadés: “En el sueño, fascinado por la pesadilla, me vi alzando el puñal sobre el objeto de mi crimen. / Un instante, el único instante que podría cambiar mi designio y con él mi destino y el de otro ser, mi libertad y su muerte, su vida o mi esclavitud, la pesadilla se frustró y estuve despierto... / Al verme alzando el puñal sobre el objeto de mi crimen, comprendí que no era un sueño volver a decidir entre su vida o mi libertad, entre su muerte o mi esclavitud. / Cerré los ojos y asesté el golpe. / ¿Soy preso por mi crimen o víctima de un sueño?” Para concluir, recordemos El episodio del enemigo, de J. L. Borges. Tres cuentos sustentados en la misma idea de la confusión sueño-vigilia, pero con formas y tramas sutilmente disímiles.
Por el contrario, un pintor puede ofrecer variantes y repeticiones a partir del modelo, como el cambio de color o los detalles, el fondo, una pequeña modificación del punto de vista, el gesto, o una muy grande y evidente, y a todo el mundo le parece bien, brillante, plausible, genial. Algunos pintores son copistas y viven de reproducir con cierta fidelidad obras de los clásicos. Pero en el caso de Mac… no habrá problema: EVM se repite a sí mismo y se reinventa. La repetición es la base de una novela absolutamente nueva.
El origen de Mac…
Vi un par de conferencias de EVM[viii] donde confiesa que Mac… se originó en una mesa de café, durante una charla con su amigo el escritor Rodrigo Fresán. Los imaginé en amena conversación: a Rodrigo, sugiriendo el asunto y a Vila-Matas pensando que podría repetirse, valerse como un pintor del “oscuro parásito de la repetición”: habría que retomar un libro propio publicado y crear una variante, otra perspectiva, sería un ejercicio más cercano a la música y la pintura que a la propia narrativa. Como los pintores que una y otra vez pintan sus autorretratos. O los girasoles, los de Van Gogh, que medio mundo pinta para adornar salas de hogares y habitaciones de hotel. O las Meninas recreadas por Picasso.
La construcción
Como sabemos que a EVM le fascina engañar, distraer, inventar entrevistas, ser otro, ponerse máscaras, supondremos que esta confesión es verdadera, al menos en parte. Y ya que su literatura es autorreferencial casi siempre, es importante observar cómo ha construido al personaje Enrique Vila-Matas a través de entrevistas y artículos donde disfruta al confundir al entrevistador y al público, pues nunca se sabe, lo repito, si miente o no. Es, además, de los pocos escritores de su generación que aprovecha las redes sociales, que tiene un sitio en la internet donde, además de comentar sus libros y artículos, difunde los de otros que le parecen significativos. Ha reiterado que se inició en la escritura gracias a una revista donde publicó reportajes que se inventaba con personajes famosos[ix]. “Mientras se mantiene el interés y la curiosidad por el mundo, se está vivo y se es joven”, dijo a André Gabastou en un libro-entrevista. Esa actitud juvenil y la audacia para descreer de las formas establecidas persisten en su trabajo creativo, el cual incluye su propia personalidad pública, construida a lo largo de varias décadas.
Rodrigo Fresán opina que Una casa para siempre es el mejor libro de Vila-Matas.[x] De ella, Mac… se provee de una estructura, un ventrílocuo que sufre un agobiante problema con su capacidad para hacer voces y un asesinato. Mac, el personaje, que no es el autor, según ha dicho el autor (aunque se parezcan tanto), nos dice que la carta de un amigo le llevó a leer Causas y razones de las islas desiertas, del filósofo Gilles Deleuze. Luego añade el libro Diferencia y repetición, del mismo francés y, para que el lector siga tras las miguitas[xi], desliza una frase de un tal Marcelo Alé, que alumbra el sinuoso camino de la repetición: “Es porque no hay original que no hay copia, por lo tanto, tampoco repetición de lo mismo”, que me parece una frase que Mac se inventó. ¿O no?[xii]
El sendero infinito de la metaficción
La metaficción es un símbolo de identidad de Vila-Matas. Toma ideas de otros, las coloca en la cotidianeidad, las incorpora a las reflexiones y diálogos de los personajes para avanzar en la construcción de la historia, del argumento, la trama. Los guiños de Mac… están entreverados. Ejemplo: narra un cuento que es parte del libro de Sánchez: La visita al maestro. En éste, el ventrílocuo visita a un viejo y afamado colega con el fin de saber por qué lo admira tanto. La lectura del cuento me remitió al relato del mismo título de Philip Roth, donde un escritor novato visita a su admirado y viejo maestro. Roth comentó en un texto la relación real que mantuvo con Bernard Malamud, modelo del texto, que es, por supuesto, inventado. Supongo, entonces, que la visita del ventrílocuo es algún tipo de homenaje a Roth y al extraño proceso de aprendizaje que existe en la literatura, donde hay que aprender de los maestros para renegar de ellos.
La novela está cargada con referencias que indican una investigación, una confesión de influencias y un plan de lecturas del autor. Muchas de ellas aparecen, además de otros, en sus libros: Roussell, Kafka, Bolaño, Perec, Roth, David Markson, William Gaddis, Malamud, Pessoa, Cheever, Piglia, Borges, Gombrowicz, Pitol, Tristan Tzara. Entre él y Borges percibo ese factor común que me sorprende incluso en la relectura: imaginación y realidad se combinan, son una lemniscata, el símbolo matemático del infinito. ¿Dónde empieza una; dónde la otra?
Perder Teorías
En Perder Teorías,[xiii] novela-crónica-ensayo de EVM, el personaje –que también se parece mucho a EVM– reflexiona sobre el futuro de la novela y concluye que hay cinco rasgos irrenunciables, que deben estar presentes en toda novela que quiera pertenecer al nuevo siglo. Juguemos entonces su juego y preguntemos si Mac y su contratiempo posee estas cinco características, que, por cierto, no define, sólo ejemplifica.
La intertextualidad[xiv]
Constituye las rayas del tigre en su obra: las referencias a otros autores, a libros, a hechos, a diarios, a biografías, al cine, son un pasillo de mosaicos que guía en un césped. Por ellos transita el lector a brinquitos, con la certeza alegre de que a menudo será dulcemente engañado, pues es sabido que, como Borges, se vale de divertidos apócrifos.
Las conexiones con la alta poesía
Perder teorías revisa la novela En Grand Central Station me senté y lloré, de Elizabeth Smart, para explicar lo que busca en cuanto a registro poético. Pero no se refiere de modo estricto a “lo poético”, sino a la manera en que el texto se convierta en “una máquina de citas que ayudan a crear sentidos diferentes”. Dicho de otra manera: que la intertextualidad conduzca la escritura y abra nuevos caminos, muchos de ellos poéticos. De este modo encontró su método, como Roussell y Perec encontraron el suyo. Mientras Roussell buscaba palabras similares evocativas (dicho de modo simple), EVM busca ideas, frases, descripciones, versos, libros, hechos, películas, cuadros que impulsen su imaginación.
La escritura vista como un reloj que avanza
Me topé un buen rato con “la literatura como un reloj que avanza”. No conseguía comprender con claridad a qué se refiere, además de su sentido literal. Google me ofreció 412,000 resultados. Revisé los que humanamente pude, pero sólo apareció un texto que comentaba el sentido de esa frase[xv], y tampoco me lo aclaró. Mejor me fui a revisar los libros previos de Vila-Matas.
Riba, el personaje de Dublineses (2010), se queja de que lo invitaron a dar una conferencia en Francia y los organizadores no se presentaron, de modo que se quedó en el hotel, solitario, extranjero, menospreciado por los organizadores, y aprovechó el tiempo para crear una teoría de la novela, que tiró a la basura al irse a casa. Perder teorías se origina en esa anécdota.
Riba exhibe la contradicción que causa al ser humano un cambio de paradigma: ya no lee, ve; la cultura visual se apropió, dicen algunos, de la humanidad y desplazó al texto. No obstante, sabemos que la pintura, los objetos, las imágenes son mudas, mientras que el texto avanza como un reloj. En la novela, sea cual sea la forma en que se estructure, la escritura siempre avanza, y avanza agarrada de las referencias. Digamos que es como escalar un muro y para ello te agarras de piedras, salientes, huecos que tú mismo colocas: son las referencias, la metaliteratura, los links. En su ensayo Explorador que avanza[xvi]explica la idea: es la relación entre la realidad y la ficción. La vida es una mezcla, con mayor razón la escritura, por eso sus novelas son así, un caleidoscopio de géneros. Para ilustrar su idea se vale de Nabokov: “Durante un tiempo, con paciencia, me he limitado a dar cuerda al reloj de Nabokov: «La ficción es ficción. Calificar un relato de historia verídica es un insulto al arte y a la verdad. Todo gran escritor es un gran embaucador.» Y punto”. Es un explorador que, como Kafka, avanza hacia el vacío.
La victoria del estilo sobre la trama
El argumento de Mac… parece poco importante. Pero la estructura, la manera en que vincula este libro con Una casa para siempre, el flujo del texto, las ideas de fondo y la manera de contar constituyen un estilo inconfundible. El entramado, por tanto, es ligero. Al respecto, Vila-Matas comenta lo que John Banville respondió en una entrevista: “El estilo avanza dando triunfales zancadas, la trama camina detrás arrastrando los pies”. Además, empata con la idea de J. M. Murry acerca del estilo: “Estilo significa esa individualidad de expresión gracias a la cual reconocemos a un escritor”[xvii]. Una novela del siglo XXI será aquella que dé preferencia al estilo sobre la trama.
La conciencia de un paisaje moral ruinoso.
Kafka vio el futuro del hombre atrapado por la burocracia, la masa de hombres, el ejercicio sojuzgador del poder. Somos la cultura más guerrera de la historia. Ver y comprender esto provoca en el ser humano cierto vacío, la nada, que se refleja en Mac…, un sujeto que vive una vida extraña, que busca escapar de esa vida y piensa que hay que huir, salir de ahí, irse a donde sea otro. Quizá en el camino se reencuentre. El paisaje es, en efecto, ruinoso. Ver y comprender el vacío en que vivimos, la pérdida de humanidad, el inmenso poder que hemos conferido al estado para mantenernos en la ignorancia, en la inmovilidad. Hay que salir, hay que caminar, hay que avanzar. Intentarlo, al menos.
Sumemos
En efecto, Enrique Vila-Matas sigue la ruta que trazó: Citas, citas manipuladas, citas falsas, alusiones, autoficción, hibridación de géneros, novela y colección de cuentos, estilo ameno, humor, una visión decadente de la vida y el ensayo de una idea (la repetición).
La forma de leer este libro dependerá de que el lector tenga links con la cultura del autor, pues tiene múltiples nexos con muy diversos asuntos y en especial con su novela Una casa para siempre. Mac… está repleto de intertextualidad y de metaliteratura. Disfruté los nexos con otras obras, con sus propias novelas, con las calles de Barcelona, el ambiente de sus bares, pero percibí también que, si no conociera esa ciudad ni sus bares, si no hubiera leído Una casa para siempre, Perder Teorías, El viento ligero en Parma y Dublineses, la novela me parecería por igual divertida, con plausibles momentos de humor negro. Por eso Afirmo que Mac y su contratiempo está diseñada para ser degustada en la poltrona o en el sofá.
Algo personal
Cuento ahora una de esas coincidencias que le suceden a uno: Mac… menciona la avenida Diagonal, la calle Calvet, la calle Urgell, el cruce de la calle Casanova con la calle París. En 2008 Queta y yo fuimos a Barcelona, rentamos por un mes un ático en Comte Borell a una pareja de estudiantes peruanos que salían de vacaciones a su tierra.
Años antes del viaje leí muchos artículos de Vila-Matas en las revistas Vuelta y Letras libres. Disfrutaba de su visión sarcástica y su oscuro sentido del humor. La víspera de nuestro vuelo a España cayó en mis manos una novela breve: La asesina ilustrada. La leí de un tirón mientras cruzaba el Atlántico en el incómodo, odioso y cicatero asiento de clase turista. Me encantó. Al día siguiente, instalados en tierra catalana, salí a buscar una librería. Encontré la Casa del Libro en Passeig de Gracia, cerca del edificio La Pedrera, y compré los títulos disponibles de EVM, que por cierto significaron más tarde un tremendo susto cuando me dijeron en la aerolínea que debía pagar cien euros por los kilos que llevaba de más en la maleta al regresar a México, pero importo poco, pues la felicidad viajaba conmigo. Elegí leer primero París no se acaba nunca, echado en el minúsculo dormitorio, y supe que había encontrado un autor para siempre. Tirado en la cama, ignoraba que estaba situado a unos pasos de las calles donde vive Mac, ese personaje tan parecido a Enrique Vila-Matas.
Me pregunto si me habré cruzado con él en aquellas calles.
[i] Mac y su contratiempo. Enrique Vila-Matas. Ed Seix Barral.
[ii] Naturaleza de la novela. Luis Goytisolo. Ed. Anagrama. Colección Argumentos. Premio Anagrama de Ensayo. P.175
[iii] La muerte de la novela. Mario Vargas LLosa. http://www.letraslibres.com/mexico/la-muerte-la-novela)
[iv] La RAE aún no reconoce este neologismo, pero como es de uso común en Internet, me lo apropio. Me parece más fácil decir cuentario, que libro de cuentos.
[v] https://www.goodreads.com/book/show/1795985.Una_casa_para_siempre
[vii]https://www.nytimes.com/es/2016/11/30/el-caso-del-escritor-sentenciado-por-alterar-un-cuento-de-borges/
[ix]Fuera de aquí. Conversaciones de Enrique Vila-Matas con André Gabastou. Galaxia Gutemberg. P.19 y ss.
[x] Enrique Vila-Matas y la búsqueda de la novela total (1973-2007): mestizaje genérico e intertextualidad. Papa Mamouer Diop. Tesis doctoral, Universidad de Valladolid. 2015. P. 47.
[xi] Menciona otros libros y autores, como Yo ya he estado aquí, de Jordi Balló y Xavier Pérez.
[xii] http://microscopia2007.blogspot.mx/2010/04/gilles-deleuze-y-la-filosofia-de-la.html
[xiii] Perder teorías. Enrique Vila-Matas. Seix Barral. 2012
[xiv] Él es Vila-Matas, no soy Bartleby. Juan Martins. Ediciones Estival. 2014
[xv] La escritura vista como reloj que avanza. Un análisis intermedial de la novela Dublinesca. Jeremias Nilsson. https://gupea.ub.gu.se/bitstream/2077/36464/1/gupea_2077_36464_1.pdf /
[xvi] El viento ligero en Parma. Enrique Vila-Matas. Ed. Sexto Piso. 2008.